“Indiscutiblemente, la droga nos muestra la manifestación ejemplar de la fuerza de un deseo. Una manifestación tan extrema, sin embargo, que la falta ya no tiene nada que ver con un estado de vitalidad dichosa y se convierte, en cambio, en un estado físico y psíquico atroz. Poco a poco, el deseo ya no encuentra en ella su principio motor sino más bien una exacerbación tan despótica que, en adelante, se aferra a ella sin poder pasar a otra cosa. En lugar de procurar voluptuosidad, la dosis siguiente evita caer en el sufrimiento. De ahí en más, la falta se hará sentir bajo esta forma: un dolor insoportable y a la vez irresistible. El placer, entonces, se transforma en cesación de ese sufrimiento. En no-dolor: en placer negativo”.
W. Burroughs
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